Hace mucho tiempo se contaba una
historia de una niña perdida, ¿en dónde? Nunca se supo.
Pasado los meses y cuatro niños
se fueron a la biblioteca, sin saber la historia se fueron en busca de un libro
de matemáticas y entonces escucharon a una persona que les dijo: “Hola, ¿qué
hacen?” Todos salieron corriendo y se preguntaban, quién era esa persona o si
era un fantasma. Después de clases se fueron a sus casas María, Raquel, Pedro y
Luis y por el camino conversaban de lo ocurrido.
Al día siguiente se prepararon
para ir a la biblioteca, al llegar vieron una sombra que decía: “Nos vemos de
nuevo, me caen bien”. Los niños voltearon y vieron a la niña de nueve años. Raquel
le pregunto:
—¿Cómo te llamas?
—Me llamo Anita.
—Lindo nombre. Ven, vamos a jugar
–preguntó Pedro.
—Ah, pero es que yo quiero seguir
leyendo –dijo Anita.
—Pero si lo has leído todo –dijo
Pedro.
—Está bien lo haré el tiempo que
dure la media hora de recreo.
Cuando tocaba la clase ella no
quiso y se resistía a lo que María le había dicho.
María se le acercó y le dijo: “Pero
si tienes un año que tus padres ni te miran. Te explico, jugar y aprender es
bueno, cuando tu lees es divertido, puedes hacer las dos cosas, un día lees y
otro juegas pues te propones hacerlo”.
—Tienes toda la razón -le dijo
Anita- es que nunca jugué, lo único que hacia era leer y yo pensé que leer era
un juego.
—Si leer es un juego de
aprendizaje que necesitamos al igual que los juegos. ¿Te parece?
Anita entendió y se fue a jugar.
—¿Tu eres la niña perdida?
preguntó Pedro.
—Sí, yo soy.
—Equivocación, ya no lo eres
–dijeron todos en coro y se echaron todos a reír mientras jugaban.
Los padres de María se pusieron muy felices al
ver de nuevo a su hija.
Swira Da Costa. Quinto “A”.