viernes, 25 de abril de 2014

La niña perdida


Hace mucho tiempo se contaba una historia de una niña perdida, ¿en dónde? Nunca se supo.
Pasado los meses y cuatro niños se fueron a la biblioteca, sin saber la historia se fueron en busca de un libro de matemáticas y entonces escucharon a una persona que les dijo: “Hola, ¿qué hacen?” Todos salieron corriendo y se preguntaban, quién era esa persona o si era un fantasma. Después de clases se fueron a sus casas María, Raquel, Pedro y Luis y por el camino conversaban de lo ocurrido.
Al día siguiente se prepararon para ir a la biblioteca, al llegar vieron una sombra que decía: “Nos vemos de nuevo, me caen bien”. Los niños voltearon y vieron a la niña de nueve años. Raquel le pregunto:
—¿Cómo te llamas?
—Me llamo Anita.
—Lindo nombre. Ven, vamos a jugar –preguntó Pedro.
—Ah, pero es que yo quiero seguir leyendo –dijo Anita.
—Pero si lo has leído todo –dijo Pedro.
—Está bien lo haré el tiempo que dure la media hora de recreo.
Cuando tocaba la clase ella no quiso y se resistía a lo que María le había dicho.
María se le acercó y le dijo: “Pero si tienes un año que tus padres ni te miran. Te explico, jugar y aprender es bueno, cuando tu lees es divertido, puedes hacer las dos cosas, un día lees y otro juegas pues te propones hacerlo”.
—Tienes toda la razón -le dijo Anita- es que nunca jugué, lo único que hacia era leer y yo pensé que leer era un juego.
—Si leer es un juego de aprendizaje que necesitamos al igual que los juegos. ¿Te parece?
Anita entendió y se fue a jugar.
—¿Tu eres la niña perdida? preguntó Pedro.
—Sí, yo soy.
—Equivocación, ya no lo eres –dijeron todos en coro y se echaron todos a reír mientras jugaban.
 Los padres de María se pusieron muy felices al ver de nuevo a su hija.


Swira Da Costa. Quinto “A”.


Buscando la Paz

          Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron, el rey observó y admiró todas las muestras, pero solamente dos realmente le gustaron y tenía que escoger entre ellas.
         La primera era un lago muy tranquilo, era un espejo perfecto donde se reflejaban  unas plácidas montañas que lo rodeaban, sobre estas se encontraba un cielo muy azul y tenues nubes blancas, todos los que miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.
         La segunda pintura también tenía montañas pero eran escabrosas y descubiertas, sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos de montañas, por debajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. No se revelaba para nada pacífico.
        Pero cuando el rey observó cuidadosamente la segunda pintura vio detrás de la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca, allí se encontraba un nido y en el medio del rugir de la violenta caída de agua estaba sentado plácidamente un pajarito en su nido, que tenía mucha PAZ.

“Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa pasar de todas las cosas que pasen estamos calmados dentro de nuestro corazón.

Josué Castillo. Sexto “C”